Escribir Haiku,
es tratar de ser la voz
de los instantes.
Todo comienza
entre calma y palabras:
vacío y forma.
Ojos que avistan
millones de detalles,
ven raudos versos.
Me obsequia el Sol
un barniz de agua y arena.
¿Qué haré luego?
Ya ha pasado.
La tormenta fue ruda,
¿todo renace?
Un tren que fluye.
Un pañuelo, un adios.
Lágrimas de andén.
Omar Lagraña
