Llovía
cuando fuimos a la huerta
Mordimos la rúcula. Acariciamos las calabazas. Dijimos una bendición.
Me adentré al campo. Me llamó la maleza floral que creció mientras yo me olvidaba de todo. Unas campanas anaranjadas altas hasta mi ombligo.
Te frenaste entre los blancos huesos y las rosas blancas. Gritaste mi nombre. Tenías las botas enterradas. Yo que estaba por reír
me puse a llorar.
Dentro, jugabas con la cortina. Decidí hablarte. aproveché el viento que se nos metía entre medio.
Vos también lloraste
Afuera crecían más flores
Circe
