Plantas carnívoras devoran insectos
insectos que lamen con lenguas de trapo
trapos que andan el otro lado de los días
días que agotan cada hora hacia sus noches
noches que vuelven entre hileras de árboles
árboles que se parten con ruido a nueces
partidas que crían hormigas de metal
entre los dientes metales de calles y ásperas lenguas
lenguas de calles de asfalto azul
azules los ojos negros y la luna
luna pestaña blanca en el cielo
musulmana sobre los desiertos
desiertos ocupados por ciudades
ciudades que crecen en la humedad de los puertos
puertos que hamacan siempre algún barco
barcos que llevan valijas que esconden misterios
misterios que son verdades nunca dichas
mentiras que ruedan como bolas de nieve
nieve que vuelve a caer sobre pies descalzos
desnudos que nadan en aguas marrones
de barro cocido al sol de la siesta
siesta de perros echados a la sombra en pozos de tierra negra
negras deshoras sin siquiera lluvia
lluvias de verano aporreando ventanas
que escurren imágenes entre las uniones de las baldosas
baldosas de veredas que muerden pensamientos del varón solo que anda
con andar del que está sonado,
habrá quien diga: mirá que venir a olvidarse de todo.
Todo se opone y se extiende
como la mirada sobre la vida
vida de las cosas que rodean
los objetos, las paredes
paredes que un poco se mueven
miran
ven
así tan
quieto como ellas y sin embargo
descascarándose en palabras
llenando de vacío el suelo que pisa
apilando
una vida
en cajas.
Hernán Lasque