Durante este año más raro que no sé qué, varios artistas vieron crecer sus producciones y el escritor concordiense Hernán Lasque no fue la excepción. Desde su exilio neuquino sacó dos libros: el poemario “Maratón Dromedaria” (Ed. Leviatán) salió a la calle en marzo de éste año con todos sus camellos embarbijados; y, “Tres Andariveles”, poemario publicado por la editorial autogestiva “Lo hago como puedo” de la ciudad de Neuquén, vio la luz en días de invierno de este mismo 2020. En relación a estos dos recientes libros, el autor ha manifestado sentirse absolutamente insatisfecho, lo cual le permite vaticinar que el síntoma que padece desde sus años de adolescencia, movedizo como un pez de voracidad inaudita, se traducirá en futuras publicaciones tanto en prosa narrativa como en nuevos artefactos en clave poética.
Hernán Lasque nació en Concordia en septiembre de 1977, donde residió hasta concluir el secundario en el Colegio Nacional Alejandro Carbó a los 18 años. Luego de dos años en la ciudad de Córdoba y seis en CABA, se radicó en la localidad de Plottier, Neuquén, donde vive actualmente desde el año 2004. Cursó el Profesorado de Letras en la Universidad Nacional del Comahue, y desde el 2008 trabaja en el sector administrativo de esta Institución. Fue coeditor de la Revista Cultural Nortensur entre los años 2010 y 2013. Su producción literaria cuenta, a la fecha, con cinco libros publicados: RATÓN BLANCO (Cuentos, ed. Colisión Libros, 2009), LIZETA (Relato, ed. Colisión Libros, 2010), LAMEN (Poesía, Colecciòn Pipa Passes de Ed. Buenos Aires Poetry, 2017), MARATÓN DROMEDARIA (Poesía, Colecciòn Poesía Mayor de Ed. Leviatán, 2020) y TRES ANDARIVELES (Poesía, Ed. Lo hago como puedo, Neuquén 2020) que se publicó junto a un Fanzine libro de bolsillo con dos relatos inéditos bajo el título UN DESCONOCIDO ETCÉTERA. Entre otras publicaciones se destacan la “Antología de Autores de Concordia”, publicada en 2017 por el Colectivo Autores de Concordia a través de la Ed. Bajo la luna, y el “Atlas de la Poesía Argentina II”, publicado por la editorial EDULP de la Universidad Nacional de La Plata en el año 2019.
Compartimos a continuación dos textos:
Plástica bilis (MARATÓN DROMEDARIA)
Llena de viento una bolsa roza en su vuelo incierto la ventana de un primer piso.
La cortina esmerila transparencias sin privar a la sombra que en el interior una luz
de velador anima.
Es una esquina y el colectivo que llega trae consigo pasaje.
Fuelle de puertas fricción de aire metal y caucho.
La bolsa trepa una pendiente invisible.
La ventana del primer piso no cierra completa y en su costado entreabierto
la tela tiembla.
Pierde altura la bolsa. Adherida a la rueda gira en aguarrastros de aceite y piedras,
virutas de la calle.
El bastón que del estribo asoma
tiene en la punta un regatón de goma negra y es
hasta la base de su empuñadura dorada
totalmente de madera.
Adentro se curva y cae la ceniza de un cigarrillo.
La oscuridad se traga la luz y el timbre suena en una habitación contigua.
La brasa enrojece y crepita el tabaco.
El viento se agolpa en la ventana y zumba por el costado incompleto.
Bastón y suelas en redoble de alfombra en el palier de entrada.
Escalera, pasillo y puerta:
nada.
Pegada a la segunda
una bolsa de basura derrama plástica bilis doméstica.
La empuñadura del bastón es de bronce
al igual que el picaporte negando el acceso a uno
dos
tres intentos.
Adentro, la ventana opuesta se abre y el viento que atraviesa el ambiente
sopla por debajo de la puerta los zapatos ocremente iluminados.
Puntazo y taco
pasillo
puntazo y taco
escalera
puntitaco-puntitaco
repiqueteo en el hall
Afuera vereda-calle-viento-frenada y ¡taplamtaPLÚM!
Portazo y rechinar de ruedas (esto no es un cómic)
uno que sale y otro que frena
los dos sobre el mismo charco de donde ahora la bolsa es arrancada de escena por el bastón chorreante y contra el piso del auto lanzada a una persecución
que este relato apenas sospecha.
Alimento (TRES ANDARIVELES)
I
Somos una familia de teros
Un niño que todas las mañanas pasa
nos arroja caracoles para que comamos
es nuestra gota en la lengua
nuestra única esperanza
Nos han cortado las alas
Somos guardianes en la casa.
II
Detuvimos la luz de la noche
previa a su degüello celeste
en el ligero movimiento de las esporas
en un lejano resplandor de azufres
y bebimos caudalosos ríos dorados
Fuimos aquel puñado de hombres y mujeres
poetas que partieron sus ojos en el camino
hemos visto la huella de una isla sin orillas:
indagábamos el origen del mundo
en un lenguaje hecho de palabras corredizas
en una flecha de agua
una semilla dormida.
III
Estás sentado en la lomada
ves el cielo soltar el galope de sus caballos de agua
toda tu familia estuvo multiplicando oraciones en la noche árida
la lluvia no caía
sabiéndola tan cerca
no caía
tan joven sobre otros pastos
ausente en éstas estrías
el aire se poblaba en brasitas de fuego
que volarse veías
migrar hacia las flores del sur
buscar después de la noche otra luz
pero ahora estás sentado en la misma lomada
luego del rezo de todos los de la familia
y ves por fin al caballo de la lluvia
cuartillas de cascabel
galopar en la sequía.
