la luz de la escalera
roza la piel
de las mandarinas
sobre la mesa sin mantel
sin flores
sin pasado
el futuro asoma tenue apenas
me alejo de la imagen
nítida horrible perfecta
una sensación leve
un estertor
el reflejo tibio de algo
a medio encender
mi mano
abandonándote la espalda
Una desazón de mandarina
antes de la primera helada
Un cuidado propio
de bajar las escaleras
en plena noche
en puntas de pie
prender un velador
no despertarte
asistir a que respires
a que la fruta encuentre su sabor
a que el futuro
madure
C.
