Entrevista a Lole, de Biblioteca Caminante y Cultura Viva Comunitaria|
Por Fany Postan|
“Yo soy Ricardo Rodriguez, me dicen Lole”. Se presenta, aunque ya nos hayamos conocido. Tal vez introduciéndonos a un sueño colectivo del cual es mensajero: el “buen vivir” en nuestros territorios. Nos conocimos en la Asamblea Nacional de Cultura Viva Comunitaria (CVC) en Devoto, Córdoba, en noviembre del año pasado. Este sábado 12 de marzo llegó a Concordia a la segunda reunión de CVC en la ciudad, luego de su paso por Villaguay, junto a compañeres de Colón, Victoria, Concepción del Uruguay y Paraná, en un esfuerzo colectivo por fomentar el movimiento en la ciudad y en la provincia. Nos encontramos junto a organizaciones locales en el merendero “Los Naranjitos”, en el barrio 2 de abril, donde se compartieron experiencias, sueños, pastafrola, tortafritas, y el deseo de que Concordia sea sede del Primer Congreso Federal de Cultura Viva Comunitaria, a realizarse en Entre Ríos.
¿Cómo llegás a este movimiento de Cultura Viva Comunitaria?
Mi organización de base es la Biblioteca Popular Caminantes, colectiva, comunitaria, ubicada 7 km del centro de Paraná en el barrio Los Gobernadores. Tiene una historia muy interesante, el año que viene cumple 20 años. Tiene que ver con los sucesos de los 2000, 2001. Éramos un grupo que venía desencantándose de una serie de experiencias político-partidarias, más que nada vinculadas a la izquierda, y para el año 2001 nos habíamos ido de todos los espacios que creíamos que podrían contenernos. Fue así que entramos en un proceso de búsqueda que estaba dado más que nada por la organización de un viaje para conocer experiencias que se estaban dando en el país: Zanón, el Mocase, empresas recuperadas, referentes como Luis Zamora, gente que en aquella época hacía cosas muy copadas. Teníamos sed de profundizar, saber un poco más de qué se trataba, y así fuimos vinculándonos a movimientos conformados por organizaciones de todo el país. Para ese entonces se armaba la COPA: Coordinadora de Organizaciones Populares Autónomas. Ahí estaban los piqueteros del Conurbano Bonaerense, los llamados piqueteros, porque ellos se llamaban a sí mismos el MTD, Movimientos de Trabajadores Desocupados. Nos vinculamos a este movimiento y trajimos a una cantidad de organizaciones de esas que íbamos conociendo. “Ahora toca hacer algo acá nosotros”, dijimos. Así se fueron conformando distintos grupos en la zona este de la ciudad, se fueron nucleando de los barrios aledaños, conformando lo que hoy es la Biblioteca Popular Caminante. Es una experiencia comunitaria en todo sentido, los primeros libros fueron los que la comunidad donó. El nombre lo elige la comunidad: en una humilde caja que simulaba ser una urna en la plaza del barrio, hubo una cantidad de propuestas y la más votada fue “Caminante”. Y el lugar donde estamos nace de una toma. Un espacio que estaba abandonado, que era una panadería que se llamaba Chamarrita y que en el año 2000 no pudieron pagar más las cuotas del banco por la maquinaria que habían comprado. Nosotros creíamos que ese podía ser un buen lugar para la biblioteca. Fuimos a hablar con quienes se habían quedado con la casa – el banco Suquía – y de muy mal modo nos echaron. Nos hicieron esperar un buen rato en la puerta de su oficina parados y cuando le comunicamos la razón por la que íbamos nos trataron muy mal. No contemplaron para nada el deseo nuestro, no quisieron ni escuchar que teníamos una propuesta popular para una zona, que necesitábamos un lugar y que veíamos en esa casa abandonada la posibilidad de hacer un comodato o algo que nos permitiera llegar. Así que muy enojados volvimos al barrio donde una asamblea nos esperaba con mucha expectativa para ver qué había sucedido, y cuando empezamos a comentar la manera en que nos habían tratado surge la idea de tomar la casa. En ese mismo acto ingresamos más de 50 personas a esa casa que hacía casi 3 años que estaba abandonada, en muy mal aspecto, por supuesto sin luz, con la maleza muy alta. Yo vivía a la vuelta de este lugar, que realmente de noche era preferible cruzar la vereda para no pasar porque daba temor. Esa situación perjudicaba al barrio y la biblioteca venía a solucionar esos dramas. Yo fui el primer presidente de la biblioteca. Al poco tiempo de comenzar con la toma, la policía fue a mi casa. Le expliqué al comisario de la comisaría del barrio lo que estábamos haciendo, si no nos podía esperar unos días, unas semanas, porque justamente estábamos conversando de ir a Buenos Aires ante la asunción de la Presidencia de la Nación de Néstor Carlos Kirchner y formalmente presentarnos. Así que juntamos rápidamente una cantidad de firmas en el vecindario y con todo ese aval, con las fotografías que mostraban cómo habíamos encontrado la casa cuando ingresamos y cómo la habíamos dejado en pocos días para que funcione como biblioteca, fuimos a Buenos Aires y dejamos esta carta. A la semana llegó a mi casa un sobre de Presidencia de la Nación donde nos decían que habían tomado conocimiento de la carta, nos pedían un poco de paciencia para poder ocuparse del tema y “actuar en consecuencia”… me acuerdo estas palabras. Firmado: Néstor Kirchner, Presidente de la Nación. Así que con esa carta fui al Comisario y le dije: “Hay que esperar, no nos tratan de delincuentes ni nos piden que desalojemos”. Por supuesto que fue un aval muy grande, y después de mucha pelea, muchos festivales, mucha discusión, se termina donando la casa para la comunidad. O sea, la Biblioteca es una casa del pueblo, está abierta para todo el mundo, así que estás invitada para cuando vengas, como le decimos a todo el mundo. Hemos adquirido una cantidad de experiencias, nos hemos ido vinculando a muchos espacios entre ellos “Movimiento Argentino de Cultura Viva Comunitaria”, en 2016, 2017. La biblioteca y yo personalmente siempre hemos sido impulsores del trabajo colectivo, de base, de aunar esfuerzos con otros. Lo que la cultura comunitaria promueve iba de la mano con lo que nosotros hacemos permanentemente. Mi trabajo en la Municipalidad de Paraná, en la parte de Cultura, va en este sentido: hoy en el municipio hay una dirección que se llama “Dirección de Cultura Comunitaria” donde trabajo y milito.
¿Qué es la Cultura Viva Comunitaria?
La Cultura Comunitaria es una red de redes, un movimiento de movimientos, una organización de organizaciones, un espacio que permite hermanarnos a las organizaciones que tenemos una base social, artística, comunitaria, cultural, que consideramos a la cultura como fundamental para el desarrollo y la puesta en práctica de las ideas y fundamentalmente de los sueños. Todos los sueños que podemos llegar a tener individual y colectivamente: ser libres, hacer lo que deseamos, en el marco del respeto y la diversidad, dentro del movimiento con otres, con organizaciones de todo tipo. Hoy somos un movimiento latinoamericano, estamos en 20 países del continente. Hemos hecho el 4to Congreso Latinoamericano acá en Argentina que fue en forma de caravana, visitando varias provincias y encontrándonos con una variedad de organizaciones. Llegaron de 18 países de habla hispana. Nos permite pensar que hay una reserva democrática, movimientista que ejercita la democracia directa, que lleva adelante un montón de cosas, esté apoyada por los gobiernos o no. Hay una decisión de construir en la base de los territorios por parte de quienes vivimos allí, que por supuesto si tenemos un presupuesto, si nos miran, y ven esta multiplicidad de acciones, podemos pensar en que el país puede llegar a ser otro a futuro. Hay muchas organizaciones que hacen de hecho cultura comunitaria, se trata de conformar un movimiento que permita organizarnos, formar parte de una agenda, solicitar en Argentina un porcentaje del presupuesto nacional para cultura viva comunitaria. Hoy es el 0,06% que va a Cultura, y para la Cultura Comunitaria nada, no figura en el Ministerio de Cultura. Necesitamos el 0,1% para cultura, y el 0,01% para la cultura comunitaria. Esta es una bandera latinoamericana que se expresó con mucha fuerza en el 4to congreso y va a resonar en el 5to congreso que se realiza entre el 8 y el 15 de octubre de este año en Lima, Perú.
Se calcula alrededor de 25 mil experiencias de cultura viva comunitaria. En la reunión de Devoto de noviembre pasado llegamos a reunir representantes de 130 organizaciones, de Entre Ríos fueron 11 y seremos alrededor de 30 en el movimiento. De esas 25 mil, ¿cuántas hay en Entre ríos, cuántas en Concordia, cuántas en Paraná? No nos queda otra que salir a buscar otras organizaciones e invitarlas a realizar cosas juntes. No hay otra manera, o sería mucho más difícil, nadie se salva solo en esta cultura que tiene tan poca mirada comunitaria. El problema es que para muchos no tiene importancia la cultura, y nosotros podemos demostrar cómo la cultura cambia la situación de un territorio y cambia la persona. ¿Cuántas personas han pasado por la experiencia de trabajo colectivo, promoción de la cultura, cooperación, solidaridad? La competencia reduce, impide que podamos hacer lo que quisiéramos hacer. En cambio la colaboración, la posibilidad de trabajar en conjunto nos permite lograr cosas que imaginábamos. Hay un trabajo muy importante hecho al revés: querer salvarse solo, el individualismo, políticas oficiales de un color y otro que van en ese sentido. Navegamos contra la corriente. Y más que cultura nosotros hacemos contra-cultura. Estamos haciendo lo contrario. Es difícil remar contra corriente pero no imposible. El movimiento se desarrolla mostrando lo que hace, que podemos trabajar con niñes, adolescentes, jóvenes, con una perspectiva de inclusión social real. Participamos de ideas y valores humanos y de sociedad, no quiere decir que seamos unos santos, que no tiremos cohetes, hacemos todo eso pero en el marco de posibilidad de construcción colectiva, que si bien tiende a resolver las cuestiones que se dan en nuestros territorios, tiene objetivos que son más largos, que es lograr el buen vivir, la felicidad, una vida armoniosa con la naturaleza, con las biodiversidades. Queremos ir más allá, no tenemos un límite, no es que la sola existencia de la democracia nos conforme. Muchas carencias necesitan que se encuentren soluciones. Estamos para provocar cambios, para transformar, y las transformaciones las realizan las organizaciones. No es lo mismo tener una parte de la población analfabeta que alfabetizar. Eso hacemos y hacen un montón de organizaciones que tal vez no se reconozcan como de cultura viva comunitaria, pero de hecho lo son. Se trata de que las tareas que hacemos no nos dividan, sino que generemos más impacto trabajando en colectivo.
¿Cómo empieza la Cultura Viva Comunitaria en América Latina?
Tiene una base muy interesante, ligada a cuestiones democráticas, políticas y sociales: en el año 2004 en Brasil, bajo la presidencia de Ignacio Lula Da Silva, con un Ministerio de Cultura poderosísimo con Chico Buarque, Gilberto Gil, que empezó a ampliarse y desarrolló un programa que se llama Puntos de Cultura. Tiende a que las organizaciones de base cultural comunitaria sean beneficiadas por distintos tipos de ayuda de parte de los gobiernos. Esa idea en el proceso político latinoamericano va tomando fuerza, desarrollándose, y otros países van adhiriendo. De modo que los Puntos de Cultura se van desarrollando en distintas partes del continente y muchas de estas organizaciones que participan se van auto-identificando como un movimiento de cultura viva comunitaria. Así en el año 2012 se hace el primer Congreso Latinoamericano de Cultura Viva Comunitaria en La Paz, Bolivia. El segundo se hace en el 2015 en El Salvador, en 2017 se hace en Quito, Ecuador, y en el 2019 en Argentina, en una caravana por las provincias. Este año se realiza en Perú y en 2025, por lo que se resolvió en Argentina, se realizará en México. Los congresos, en 8, 9 años, vienen reuniendo muchas organizaciones. Es posible pensar en un montón de situaciones distintas en los territorios a partir de si hay o no organizaciones de la cultura comunitaria. Por eso nos interesa abrir esto cuanto antes porque se benefician las realidades territoriales y la gente que vive en las mismas. Se logran cosas importantísimas, no es lo mismo que un pibe practique batucada, teatro, música, pintura, a que eso no se dé. Es una cuestión que juega a favor del desarrollo territorial. Hay que intentar que las situaciones políticas de los países no afecten a las organizaciones, que se empoderen, que tengan identidad, tengan programa, objetivos, militantes, una fuerza propia que permita que se continúe con la lucha en los territorios. Que es básicamente seguir haciendo lo que hacemos pero no solos. Juntándose con otros y otras. Que podamos hacer más y mejor.
Entre otros objetivos que se plantearon en la Asamblea de CVC el año pasado fue la creación de un Instituto de Promoción de la Cultura Viva Comunitaria, ¿de qué se trata?
Partimos de que el movimiento tiene que seguir teniendo la forma de movimiento, sin alguien que mande ni inconscientemente verticalizar algo que nos ha ido muy bien horizontalizándolo. Preservar al movimiento de una estructura de dirección está bueno, pero notamos las dificultades de no tener un organismo con determinadas funciones: la administración de la plata, la difusión, la comunicación, asesoría jurídica, organización de viáticos y hospedaje en caso de que uno u otra viaje a otra provincia. El instituto se constituye como órgano auxiliar que aporta en lo que las organizaciones del movimiento de Cultura Viva necesitan. Necesitan por ejemplo asesoramiento legal y jurídico para desarrollarse, para tener personería. En Concordia se necesita ayuda para que la radio pueda tener personería. Otro de los objetivos del Instituto es lo que hace a la formación en cultura comunitaria: “¿Qué es ser comunitario?” Que se construyan desde la base de la sociedad soluciones comunes que van más allá de dramas personales. Para lograr eso hay que crear conciencia, y en este sentido hay un montón de experiencias en las mismas organizaciones que muestran la importancia de lo comunitario, la gimnasia de debate, la puesta en común de las cosas. Y cómo cuánto más comunitarios, más respuestas encontramos a los problemas propios. El Instituto fue aprobado en Devoto y allí se han elegido delegados de las regiones – Patagonia, Noroeste, Noreste, Centro y Litoral.
Luego se logró la construcción de la escuela Los Mil Pueblos Jóvenes en Moreno. Contanos sobre esta experiencia por favor.
La escuela de los Mil Pueblos Jóvenes construida en 90 días por un grupo de voluntarios y voluntarias del Culebrón Timbal y otras organizaciones de la provincia de Buenos Aires es una maravilla. En un conurbano con más de 50 mil de niños y niñas que no tienen acceso a primer grado porque están saturadas las escuelas, y donde 1500 docentes no tienen posibilidad de trabajar porque no se abren escuelas. Que se abra una escuela aunque sea tres grados en Moreno generó una cola larga de docentes que quieren trabajar y otra mucho más larga para ser estudiante de esta escuela. Estas escuelas están previstas en cada uno de los lugares. Así como desde el Ministerio de Educación propician las escuelas de gestión privada, que es general tienen un tinte religioso, así también están previstas las escuelas de gestión social y comunitaria, y por esa rendija nos metimos y creamos una escuela. Hay otras organizaciones que han desarrollado también propuestas educativas y que están funcionando desde hace años. Es muy bueno encontrarse con gente que la pensó antes y desarrolló con las particularidades de su localidad este tipo de escuelas. No estamos inventando nada. Los Mil Pueblos Jóvenes existen ya desde hace un tiempo en un montón de lugares, en Santiago del Estero por ejemplo, en Catamarca, y seguramente si buscamos en la provincia encontraremos escuelas de nuevo tipo desarrollándose.
¿Qué son los Mil Pueblos Jóvenes?
En un país grande, extenso como el nuestro, donde hay conurbanos en todas las provincias y territorios desolados en otra parte, en esta mala distribución de las personas en el territorio, venimos peleando, padeciendo, viviendo toda una vida sin tener nuestro terreno, nuestra casa. Es un sin sentido. Se trata de pensar en una propuesta que permita que todos, todas podamos tener un cacho de tierra en este país en donde la tierra sobra. En realidad no necesitamos mil, necesitamos cien mil, un millón de pueblos jóvenes. No decimos “jóvenes” por la edad sino por la propuesta. Se calculan alrededor de 20 millones de hectáreas ociosas en el país. Calculamos que en dos hectáreas pueden vivir 10 parejas jóvenes, trabajar en comunidad, desarrollar en un proceso de 5 a 10 años la huerta, los insumos para alimentarse, la casa para vivir, y dejar los grandes conglomerados, que no existen solo en Mendoza, Córdoba, Rosario… Paraná concentra el 40% de la población de la provincia, no da más, estalló. Nadie que venga puede conseguir trabajo o vivienda. Vamos a apiñarnos a lugares donde faltan servicios y un montón de cosas. Se trata de pensar: ¿A dónde vamos? ¿A dónde van nuestros hijos? ¿Nuestros jóvenes? Y no estamos pidiendo ningún sacrificio, ninguna Campaña del Desierto. Estamos hablando de tener un cacho de tierra. En Paraná sin salir de la ciudad hay terrenos fiscales que antes pertenecían al ejército y hoy están desocupados. Ahí puede vivir un grupo de personas jóvenes con estas ideas de comunidad. Al cabo de unos años esa casa es tuya, pero primero hay que construirla y mostrar que es posible vivir más libre, más sano, con la naturaleza, produciendo algo de lo que gastamos. Porque vivimos gastando cosas, es todo lo que hacemos desde que nos despertamos. En general no producimos. No hay sistema que aguante. Si queremos que sea sustentable el sistema tenemos que por lo menos empezar a hacer algo de lo mucho que consumimos, devolver algo: energía, alimento, todas las cosas que tenemos tendencia a comprar. No compramos más porque no nos alcanza la plata. Compramos una cantidad de comida chatarra que nos enferma, nos hace obesos, comemos pero no nos alimentamos. Esta propuesta de los Mil Pueblos Jóvenes puede ayudar: soñar con tener un terrenito, que la familia pueda desarrollarse ahí. Es posible. En principio estamos abriendo puertas con autoridades, porque en otra época más revolucionaria las tierras se tomaban, hoy no: hay que ponerse la camisa blanca y golpearle la puerta al intendente o gobernador. Es posible comer de lo que producimos y con el excedente tener una salida laboral, ayudar a comedores populares, hay muchas cosas que se pueden idear alrededor de esto. No son utopías, son realizables.
Además la vivienda es un derecho.
La cantidad de derechos que hemos perdido… El derecho a la lectura, por ejemplo. Hace 20 años el promedio de libros que se leían en Argentina por año era de 7 a 8 promedio. Hoy no se llega al 0, 05. Y eso que en las ferias del libro está lleno de libros, en las bibliotecas también. Pero los planes en relación a la lectura vienen cayendo y cada vez se lee menos, se transita por otros lugares y la lectura no es un bien preciado como era antes. Mucha gente pierde la posibilidad de entrar en otros mundos, aventuras, historias.
… y el sentido de pertenencia a una comunidad. Este sistema cala hondo en los vínculos, quebrando los vínculos comunitarios. Acá en Concordia, por ejemplo, hay muchísimos problemas de drogadicción en jóvenes, que por ahí no tienen un marco de contención, una perspectiva no solo a futuro, más bien a presente: “¿Y hoy qué hago? ¿Qué hago mañana?”
Un chico que está en 3ro o 4to grado y deja de ir, después cuando tiene 15 le cuesta mucho volver a hacer 4to. Muchos la denominan la generación del “NI NI”, ni trabajan, ni estudian. Encontrar una solución a esto de palabra es muy difícil. Tratar de convencer a un pibe es muy difícil. Ahora si le decimos que tienen posibilidad de tener un pedazo de tierra donde construir, es muy distinto. El movimiento de Cultura Viva Comunitaria tiene un gran sentido de responsabilidad al pensar en estas propuestas, mostrar que después de salir de la oscuridad y la situación tan compleja por la que están pasando, hay mundo, hay vida… todo eso que no ven y por eso se drogan y se matan, también los grandes. Entonces apelar a tener tierras, en este país donde la tierra es tan apreciada por los grandes que saben qué valor tienen, que ponen sus palos y que no les importa nada que haya pueblos originarios, que haya cementerios, no les importa nada, avanzan contra la historia, contra la cultura, contra los pueblos.
Por último, ¿te gustaría comentar acerca del Congreso que está estipulado para este año en Entre Ríos?
Hacer el Congreso en Entre Ríos es el gran desafío para crecer como movimiento, y estamos creciendo, teniendo muchas adhesiones de organizaciones. Esto no es un mensaje esperanzador, sino una necesidad imperiosa de resolver dramas que tiene la sociedad hoy, con la idea de que lo simple puede resolver problemas complejos y que podemos ser protagonistas del cambio en la historia. Porque mucha gente en este país ha pasado por la vida… nosotros queremos darle nuestra impronta, queremos sentir que aportamos algo. El destino lo construimos entre todos, fundamentalmente las organizaciones. De esto se trata, ir de mano en mano, de boca en boca, permitiéndonos soñar despiertos, estando bien conscientes de lo que queremos hacer, resguardar y transformar.
web cultural de Concordia y la región
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