“La artesanía es lo más hermoso que nos pudo haber pasado”

Entrevista a Roque Gómez y Elsa Castro |

Por Fany Postan |

              Lo que llamó mi atención fue la serpiente de boca abierta en la esquina de Urquiza y Primero de Mayo. Era de mi estatura. “¿De qué material está hecha?”, pregunté. “De Isipó, de la costa del río Uruguay”, me contestó el artesano. Siempre me conmovieron las manos del arte-sano y la arte-sana, al servicio de la belleza, respetuosas de la naturaleza. Me mostró una carpeta con fotos (algunas de hace varios años) y supe que se llama Roque Gómez, que es concordiense y que ganó premios y menciones en cestería en las ferias de Colón, Catamarca y Córdoba. Otro día, cuando me acerqué al puesto a pedirle la entrevista, la conocí a Elsa Castro, su compañera de vida y de oficio. Me recibieron en su casa Roque, Elsa y Lourdes (su hija) y mientras trabajaban abriendo las varas del Palo Amarillo me abrían su confianza y parte de su historia.

– ¿Se imaginaban que iban a viajar tanto?

Roque: Ni siquiera nos imaginábamos estar como artesanos. Fue pura casualidad. 

– ¿Cómo empezaron?

Proceso de elaboración de las varas para el canasto

Roque: Yo trabajé de portero de un edificio desde los 16 años y laburé 14 años ahí. Después me indemnizaron. Estaba de vacaciones largas en un camping y me puse a hacer un canasto. Yo ya lo sabía hacer, me críe viendo cómo lo hacían porque un vecino mío los hacía y yo con el hijo de este hombre salíamos a repartirles en carro a las panaderías. Un hombre del camping me dice: “¿No va a la feria con los artesanos?” Yo quedé regulando, y después digo: “voy a probar”. Nos inscribimos para Semana Santa. Teníamos dos o tres canastitos nomás. Nos costaba hacerlo porque recién habíamos empezado. Los vendimos enseguida. Ya para la próxima feria nos preparamos, fuimos con más canastos. Y de ahí no paramos más. Ya hace 20 años de eso. Después empezamos a tener contacto con ferias de afuera, empezamos a viajar, y vimos que a estos canastos no los hacía nadie. La técnica es italiana, la han traído los migrantes como trajeron el mimbre, que no es un sistema autóctono.

– ¿Se sorprenden con los canastos?

Elsa: Nosotros participamos en la feria de Colón, que es la Fiesta Nacional de la Artesanía. Y por lo general la gente que organiza la feria van como jurados a otras ferias nacionales. Nunca encontraron a nadie que haga este tipo de cestería. Él (Roque) ha estado representando a la provincia como artesano, porque son artesanías clásicas y antiguas que ya no se producen. Lo han llevado de Cultura de la Nación a Buenos Aires a dar talleres de cestería, porque es una técnica que se va perdiendo.

Roque: Nunca tuvimos un no por parte de los organizadores de la feria. A todas las ferias que hemos querido ir, nos han dicho que sí. Cesteros hay muy pocos. Por ahí las técnicas de armar el canasto son similares, pero con este material no hemos encontrado a nadie, esto de abrir la madera con la mano.

Elsa trabajando en las varas de Amarillo

ELSA: Es una cestería que si hubiera tiempo suficiente se podría ocupar el 100% de la madera. El amarillo, por ejemplo, a partir de las lonjas se puede hacer cestería con la cáscara… ¿Viste esta viruta que va surgiendo acá? Se hace manojo y se cose con alambre. Lo que pasa es que son técnicas de mucho trabajo y no dan los tiempos. Con las ramitas más finas que da el arbusto, cuando ya está deshojando, se puede hacer otro tipo de cestería con técnica de costura. 

– Claro, porque ustedes viven de esto…

Elsa: Hay gente que puede hacer piezas bien originales porque lo tiene como hobby…

Roque: Gente que no vive de esto, tienen un sueldo entonces es como un hobby para ellos. Para nosotros no es un hobby (se ríe). Es la fuente de laburo, es la vida. Por ahí no te da el tiempo para producir una pieza fuera de lo común, digamos, una pieza única.

– Salvo las serpientes, ¿no?

Roque: Esa es otra técnica, la vimos en Córdoba y nos gustó. Y como nosotras ocupábamos ya la enredadera para hacer la trenza del canasto, estaba dentro del material que nosotros usábamos. Lo que yo le incorporé fue la estructura de hierro. Porque yo en un tiempo trabajé en una herrería artística, como 4 años, y desde los 12 años que sé soldar. Entonces se me hacía fácil moldear hierros y soldar. Probé hacerle la armazón de hierro mezclado con la enredadera. Empezamos a probar con un par de cosas y tuvo éxito, y cada vez más, hasta que por un tiempo llegamos a hacer un 70 u 80 % cosas de enredadera, casi que dejamos de lado el canasto de amarillo, porque lleva mucho tiempo y lo otro se arma más rápido. Yo hago las estructuras rápidamente, y la enredadera no hay que procesarla, así como se la trae se la coloca, entonces es menos tiempo de proceso. Y logramos con la estructura de hierro hacer piezas grandes. Hemos hecho arbolitos de navidad de 3 metros de alto, de los que están en la costanera. Y ahora me habló el intendente para Semana Santa para hacer uno de 5, 6 metros. Le había dicho que eran chicos para el espacio que había allí, que tendrían que ser más grandes. Y me dijo que le pase presupuesto. Pintarlo fue un logro, porque los pintamos de plateado. Los cestos también los pintamos con pintura asfáltica y con barniz, más para protegerlo de las polillas porque como es una fibra del monte suelen apolillarse.

– La gente que los compra, ¿lo compra para uso utilitario o decorativo?

Roque: Un 50% lo compra para decorar. Son raros estos canastos, llaman la atención.

Elsa: Aparte han vuelto clientes, porque al principio la gente desconfía. Él les decía que es un canasto para poner piedras. Si alguien me dice que es un canasto para poner piedras yo no lo compro, porque pienso que me está mintiendo. La gente comprueba que realmente son muy duraderos, que hace años que los tienen. Tienen que tener un cuidado, no lo podés arrastrar con peso porque es una fibra natural y se va gastando. O te preguntan si pueden dejarlo bajo la lluvia y le decimos que no. Hay gente que nos ha vuelto a comprar, para regalo. 

Roque: Tenemos clientes de años, de muchas partes del país vienen a comprarnos. Hemos mandado pedidos a Córdoba, a Buenos Aires, siempre estamos mandando. 

– ¿Los encuentran por internet?

Roque: Yo no tengo ni celular.

Proceso de elaboración con Isipó y hierro

Elsa: Viste como es, a veces la gente viene y no tiene el espacio para llevarse un canasto grande, entonces lo manda a buscar o a veces quieren una pieza especial, una víbora o un pino grande, y se lo mandamos nosotros por encomienda. 

Roque: Dos años atrás, antes de la pandemia, fui 4 años seguidos a la fiesta de la cerveza en Colón. Me invitaban la semana previa, “La semana del turismo”. Vino gente de Paysandú a comprarme un arbolito de navidad acá a la casa, les había dado la tarjetita con la dirección. No teníamos para venderle porque estaba todo pedido. A los uruguayos le vendemos muchísimo. El único problema es que cuando voy a Paysandú tengo que pintar todo, no pueden pasar nada natural por el tema de traslado de bichos. Pero las veces que fui, volví sin nada de mercadería. Inclusive he trabajado allá, porque el material que hay allá es el mismo, si es la costa del río. Aún produciendo los 10 días de feria nunca volví con nada. Justo este año les estaba por llevar de regalo una jarra gigante del tamaño del trailer, de 3 metros de alto y casi 2 metros de ancho. Se las iba a regalar, porque la atención que tuve yo allá y el trato de la gente, sabiendo que somos argentinos, fue muy bueno. Incluso a gente humilde que me ha comprado cosas se las he llevado a la casa, porque no tenían vehículo… Así que muy contenta la gente con el trato mío y yo con el trato de ellos. Nos jodió la pandemia, no pudimos pasar más, pero calculo que cuando se arregle volveremos a pasar.

Elsa: Pasa que andando en la feria de artesanos uno tiene que tener carisma con la gente, tiene que darle la misma atención a todo tipo de gente, hasta los niños. Los niños se interesan mucho por la cestería, preguntan mucho, y uno le contesta. Porque el artesano por lo general es muy de alto perfil, muy soberbio, hay muy poca gente que es carismática. Vos sabés que el niño no te va a comprar, pero la explicación se la tenés que dar igual.

– ¿Por qué piensan que no hay mucho carisma entre artesanos?

Varas dobladas tras horas de hervor

Roque: Inclusive nosotros sentimos un rechazo con otros artesanos, porque como que somos la parte baja de la artesanía, los sucios digamos, porque hacemos mugre. Esto es un trabajo rústico bastante sucio. La cestería y la cerámica son los rubros más antiguos que existen, antes de que exista un cuchillo existía la cestería.

Elsa: En todo siempre hay un pro y un contra. Nosotros hemos conocido gente muy buena, nos hemos hecho amigos y hemos sufrido discriminación. No solo nosotros, te hablo de otras personas que trabajan otro tipo de cestería. A veces te rechazan: “No quiero ir al lado del cestero”. Es la parte más baja del rubro. El otro artesano no le da el respeto y el lugar, pero la gente sí. La gente que está en el tema, que son los que te tienen que premiar, nos tienen con muy buen nivel a los cesteros, porque son técnicas que se pierden. 

Roque: Son técnicas si o si a mano. No tenés como mezclar una máquina. Tenés que cosechar el material.

– A parte con maderas autóctonas…

Elsa: Cuando viajamos hemos tenido que adaptarlo a materiales a donde vamos, porque no podemos llevar tanto material. Por más que vos te vendas todo en 5 días, te tenés que quedar igual, aunque sea haciendo demostraciones del trabajo. 

Roque: Nos pasó en Catamarca que el laburo de 3 meses de los dos, incluso de mi hija que nos había ayudado a producir, lo vendimos en 6 días. Nos quedaban 4 días de feria y nos habíamos quedamos sin nada. Nos quedamos produciendo, haciendo pantomimas para no abandonar el puesto. Allá en Catamarca hay tala, es una madera piluda como esta, y la trabajamos también. Abríamos la tala para mostrarle a la gente. Armar el canasto cuesta porque necesitás tachos con agua, no se puede trabajar con madera verde, tiene que estar seca la madera, que se achique, y después mojarla, porque sino se afloja todo el canasto. Lleva mucho tiempo. Casi todo el día lleva un solo canasto. 

Roque trasladando la materia prima

– ¿Y cómo es la recolección del material?

Roque: Esto es una poda. El amarillo no es árbol, es un arbusto. La planta crece y desparrama los gajos, dobla, toca allá y ahí sale de vuelta, una planta llega a tener de 10 a 12 metros a la redonda, es inmensa. Y son los gajitos nomás lo que ocupamos, a la planta no le hace nada. Cortás ahora y al año tenés varas que no habías ocupado. El amarillo es autóctona. Y eso (la acacia) es una plaga que está acaparando terreno por todos lados, así que a donde vas, hay. Y este va por raíz, no sale tanto de semilla. Donde cayó una semilla, salió un arbolito y siguió por la raíz. Encima cuando se empieza a levantar acapara el sol, la lluvia, y la planta que queda entre medio de esto se seca. O sea que no es una depredación lo que nosotros hacemos, es una poda nomás.

– ¿Y el isipó?

Isipó por dentro

Roque: También es como un parásito que se le cría a los árboles, empieza a acaparar el rocío, el sol, y a los árboles grandes los termina ahogando. Les dicen “isipó mil hombres”, porque en la Guerra del Paraguay a más de mil hombres salvó, porque es muy curativa, la isipó blanca. Tiene propiedades curativas para el colesterol. En el campo lo usaban mucho. Cuando les pica a los perros la yarará, se les hace un collar de isipó y los cura, según dicen. Se usaba como tradición llevar un pedazo de enredadera de esta en el bolsillo para tener suerte.

– ¿Van juntos a recolectar?

Roque: A veces sí, a veces tengo que ir en la moto solo, porque atrás traigo toda la enredadera. Son casi 16 km que hago para ir a buscar la enredadera, por el camino que va por Puerto Yeruá… Tengo que ir por la autovía y volver por la autovía cargado.

Elsa: Hay lugares donde ya no se puede cruzar.

Roque: Por ejemplo Puerto Yeruá, que lo decretaron parque y no se puede sacar, o como acá en San Carlos, que por más que esté re plagado de eso, no se puede sacar. Y hay otras zonas que han vendido los terrenos o que se los han apropiado. Campos privados en los que no se puede llegar hasta la orilla. 

Elsa: Lo más trabajoso en artesanía es lo que no se ve. La liana yo no la puedo arrancar. Hay que hacer fuerza despacio para que no se corte y no despreciar lo de arriba. Y otra cosa es el peligro, las víboras, los troncos secos entre las ramas…

¿Cómo es su vínculo con la ferias de acá de Concordia?

Cofre realizado artesanalmente por Roque

Elsa: A él (Roque) lo han discriminado mucho. Cuando lo mandaron a Buenos Aires a la Feria de Turismo en la Rural de Palermo, de acá de Cultura no lo querían llevar con las cosas. Peleó y no. “Si yo tengo el permiso de Cultura de Nación y de Intendencia me tienen que llevar”… Y allá no lo querían ni cerca. Él necesita siempre tener el respaldo de Cultura de acá de Concordia, ¿pero qué pasa? No se llevan con ningún artesano. Y necesitás su firma para cualquier trámite. 

Lourdes: Él cobra un sueldo y hace tres ferias al año. Pero la gente vive de la feria, come de la feria.

¿Y la feria de los fines de semana?

Elsa: Eso es de “Emprendimientos”. En realidad, nos quieren sacar a los artesanos de la Plaza 25, esa es la idea. Entonces empezaron a hacerla en el centro de convenciones, en la costanera, en todos lados. ¿Pero qué pasa? Nosotros le vendemos al turismo, a la gente local se le vende lo necesario, producción una verdura y un dulce. Como artesana tenés que tirar siempre para el turismo. Cuando estaba Cresto padre nos sacaron de la plaza, y pensamos que habían sido los negocios que peleaban por sacarnos, pero no, a los negocios les sirve que estemos, porque consumimos. Aparte nosotros hasta hacemos de guía, “te conviene ir a comer un asado allá, un buen café allá”… Y todo el turismo pasa si o si por la plaza, porque van a los restaurantes, a los hoteles.

Primer cesto creado por Roque (huevera)

Lourdes: Acá se trata mal al turismo de todos lados. Lo digo con la experiencia de ir afuera. Íbamos tres veces al año a Catamarca, Córdoba y algún otro lugar. Ya con casi 20 años de artesanía te das cuenta de que acá se trata mal al artesano, y el artesano es importante. No es porque yo viva de la artesanía, pero en todas las ciudades así de chiquitas hay un lugar de los artesanos, acá no hay ninguno y encima te quieren sacar el poco que tenés. Se trata mal al turismo, se lo estafa con lo que se le cobra. Nosotros como artesanos que no tenemos para un hotel, estando una semana en Carlos Paz gastamos menos que dos días acá en Concordia. Si viene gente de afuera, la misma gente de la ciudad no sabe indicar un lugar. En Córdoba los adolescentes tienen una materia que se llama turismo, les enseñan a tratar al turista porque la ciudad vive de eso. En otras ciudades los negocios cambian los horarios para los turistas. El turista de acá no viene específicamente a Concordia, viene de paso, porque viene del sur a Misiones y si o si pasa por una parada que casi siempre es Concordia. Un fin de semana común vendés bien porque hay un turista de paso siempre. 

Cestos terminados.
Fotos: Fany Postan y archivo familiar de Roque y Elsa

Elsa: La gente viene y dice “Ah, ¡qué linda Concordia!” “¿Y conocieron el lago? ¿La costanera? ¿San Carlos?” Y no. El simple hecho de prestarle la silla a una persona grande y llamarle un remís, es un gesto chico que te queda marcado. Viene una persona humilde y quiere un canasto: “ Qué lindo ese canasto, ¿cuánto sale?”. ”Tomá, llevá”, y se lo lleva a mitad de precio. 

¿Qué le dirían a una persona que tiene ganas de trabajar de artesanías y no se anima?

Elsa: Que sea perseverante.

Roque: Que se mande, que trate de hacer las cosas lo más prolijo posible. 

Elsa: Que trate bien al cliente, es lo principal.

Elsa: Nosotros hemos viajado mucho… la experiencia que te da viajar, conocer otras culturas… 

Roque: … es lo más hermoso que nos pudo haber pasado. Tenemos gente conocida de Misiones, Jujuy, Catamarca, Salta, Mendoza, Neuquén, Córdoba, Santa Fe, Paysandú, Chaco. 

Elsa: Capaz que no te ves por 4 años y después te encontrás en un camping, te quedás hasta la madrugada y no te dan los tiempos para charlar.

Roque: Tenemos otro amigo que es tallador de madera, se fue a Rusia, Estados Unidos, a China. Por todos lados anda. Es de Villa Elisa, jovencito. 

Elsa: Tampoco se animaba. Hacía jueguitos didácticos y le decía a él “me encanta la escultura”. “Y bueno, largate“, le decía. Lo cargábamos: “Mira el que tenía miedo donde anda ahora“. Hasta hace escultura en hielo.

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